María

María, de eterna sonrisa, empezó a hacer sus pinitos como corredora en el año 2010. Afirma que no se unió al grupo sino que el grupo "los acogió" cuando su hija y Mario se hicieron amigos. Para ella, cada momento con la tribu es un chute de vitalidad, optimismo e inclusión. Declara con entusiasmo que Empujando Sonrisas "hay que vivirlo" y que, gracias a la tribu, sus hijos "crecen rodeados de valores, principios y gente que está llenando su mochila de recuerdos maravillosos".